Sitios donde perder el tiempo

martes, 5 de junio de 2012

Diario del infectado. Parte primera.

Día 1:

-Empiezo a sentir ligeras molestias en el pie izquierdo, pero no les doy relevancia. La mayor parte del tiempo siento algún tipo de molestia en el cuerpo, no tiene por qué significar nada.


Día 2:

-La molestia se ha convertido en un leve dolor y ciertas sospechas se forman en mi mente. Prefiero no mirar, pues si lo que pienso es cierto, significaría que un terrible sufrimiento se avecina, algo a lo que no quiero enfrentarme ahora mismo.


Día 3:

-Ya no puedo seguir ignorándolo más. Caminar resulta molesto en todo momento, recibir algún tipo de presión en el dedo gordo me genera un dolor agudo y soy consciente de que, si no hago nada al respecto, el mal empeorará y perderé el control sobre ello. Voy a mirar.

Maldición, ¿qué demonios hice aquí? La mitad de la uña es un centímetro más larga que la otra, hay una sección en carne viva... no sé en qué estaría pensando cuando decidí cortar la uña de esta forma tan chapucera, pero no hay duda: Fue culpa mía.

Hago un intento de ejercer presión en la zona para comprobar el estado real del desperfecto, pero el dolor me impide llegar muy lejos.


Día 4:

-Ayer no me vi con fuerzas de actuar y ese es un error que no pienso repetir. He estado revisando el dedo de nuevo, en esta ocasión veo que ha empezado a salir pus y la herida ya es claramente visible y diferenciada del resto del dedo. Cree que puede pavonearse alegremente por aquí, mostrándose al mundo sin ninguna consecuencia, pero no sabe lo que le espera.

Tengo ahora a mi lado unas pequeñas tijeras para las uñas. Probablemente con ellas causé el estropicio, y con ellas lo arreglaré. Allévoy.

Tras algunos intentos temo que deberé abandonar la misión por hoy, me resulta imposible encontrar un ángulo adecuado para hurgar en la herida y extraer la fuente del problema. Que sea en el pie izquierdo es un problema, pues tengo menos flexibilidad en esa pierna y me veo obligado a adoptar posiciones incómodas, pero no pienso rendirme.


Día 5:

-He tenido un momento de debilidad en que acepté que mi destino era perder el dedo -quizás el pie entero- para siempre, sintiéndome incapaz de sanar la herida... Pero fue un momento de debilidad, apenas un instante de duda, probablemente causado por la herida, pues sabe que tengo las herramientas para acabar con ella. Me teme.

Aquí estoy de nuevo, con las tijeras en mis manos y algo de papel preparado para recoger la sangre. No quisiera manchar el suelo con el cadáver de esta pequeña bastarda y estoy convencido de que ofrecerá resistencia.

Tengo las manos manchadas de sangre, tal vez sea mía, pero también es suya, pues he arrancado un pedazo de esa cabrona. Por desgracia sospecho que esto no será suficiente para acabar con ella, pues siempre hay más de lo que parece a simple vista, pero no seguiré hoy, no debo forzar un combate si no tengo segura mi victoria.

2 comentarios:

Tienes una pistola en la cabeza.