Sitios donde perder el tiempo

miércoles, 30 de octubre de 2013

Diario de la capitana: día cinco

Escrito por María:

Día 5º
Amanecemos con la firme intención de gastar todas las coronas (que no marcos) que nos quedan, excepto una moneda de 5 coronas que me quería quedar para hacer un colgante. Bajamos al buffet y... ¡sorpresa! Hoy tenemos Fruit Loops (all the people FruitLoops ...), así que toca un tazón tamaño familiar para cada uno; más unas cuantas bolsitas de té que me meto en el bolso para llevarme a casa (total, esto es buffet, si no te pones morado o no te llevas algo parece que no estás aprovechándolo del todo).
De vuelta a la habitación para hacer las maletas, con el extra de la mochila de Pablo –que va llena de regalos-. Sigo pensando que lo mejor es dejarlas en recepción y volver después a por ellas, pero en el último momento decidimos llevarlas con nosotros (cosa que no tardaré en lamentar). Pues nada, bien cargados devolvemos la llave de nuestra habitación y directos a la calle para las últimas compras del día.
Primera parada: Hemleys (después de lo simpáticos y efusivos que han sido los dependientes, me sabe mal marchar sin comprar nada aquí). Bajamos al piso de los juguetes, donde Pablo había echado el ojo a un juego de magia para hacer luces. Parece interesante. ¿Qué versión cogemos? La más baratita, porque parece que la única diferencia es el envase y el hecho de que una tiene algún truco más –probablemente fáciles de conseguir por internet-. ¿Algo más? Por mi parte me conformo con uno de los bollos de canela tan ricos que tomamos en St.Peder’s strade el segundo día, así que no.  
Seguimos caminando por Stroget... la tienda de los Kendamas está cerrada, pero el escaparate es curiosísimo, con muchísimos relojes de arena y ajedreces muy bonitos, realmente.  Siguiente parada: Faraos Cigarrer; una tienda especializada en Tintín, con cuyo escaparate nos hemos deleitado ya unas cuantas veces.
¡Cachis, está cerrada! Damos una vuelta para matar el tiempo y descubrimos que hay no dos, sino tres tiendas de Faraos Cigarrer; una de ellas especializada en disfraces (realmente MUY currados), armas, etc... todo un paraiso friki, en fin.
-          Mira Pablo, qué colgante tan bonito.  ¿no te gusta? ¡Luego venimos y te lo compro!
Pero antes de comprarlo damos un paseíto matinal entre las hileras de bicis, y entramos en la primera tienda de Faraos. Todo lleno de figuritas de tintín, de los Simpson, de animes y videojuegos varios, etc... Encontramos cómics de Patoaventuras y otras series de la infancia; pero de momento no compramos nada.
Ahora sí, volvemos sobre nuestros pasos en dirección a la tienda de disfraces. ¡Madre mía! Qué cantidad de armaduras, de túnicas, armas... Pablo esta frikiorgasmando constantemente: le gusta todo; se recorre la tienda mirando precios (no es para menos). Sería genial poder comprarle la tienda entera peero no va a poder ser. Eso sí, por hacer fotos que no quede: hago un registro completo de los arcos, hachas, escudos, uniformes, vestidos, bastones, botellas para pociones, monedas que se venden a puñados... incluso la propia tienda está ambientada como un mundo de fantasía, con dragones, zonas de bosque y una parte con “calaveras de hielo” al principio.
Como podemos permitírnoslo, Pablo se compra el colgante del reloj que nos había gustado al principio. El dependiente, muy amable, nos pone un cordón para que se lo pueda colgar directamente (uno negro, ya que el marrón se rompía con demasiada facilidad). Le queda muy bien, y es de estilo steampunk, cosa que le gusta bastante.
Y ahora... ¡a la tercera tienda! Una tienda pequeñita de juegos que habíamos visto en St.Peder’s strade, y donde Pablo ya había hechado el ojo a un juego de mesa: Flash Duel. Con esta compra ya nos quedamos algo más justos, ¡Pero yo quiero mi Cinnamon Roll! Lo compramos en una panadería que hay justo al lado ( por cierto, me habría llevado media panadería... ¡qué pinta tenía todo!) y a la maleta para después, que todavía no hay hambre.
¿Qué hacemos ahora, Pablo? Aún nos falta bastante para la hora del avión, y ya hemos comprado todo lo que queríamos. ¡Vamos a dar una vuelta por uno de los parques que hay aquí! Así que, nos ponemos rumbo a Orested Park, donde ya estuvimos el primer día; y nos apalancamos en la hierba. Aquí puedes dejar la maleta a varios metros de tí sin miedo a que te la roben; lo mismo que pasa con las bicicletas.
Pablo abre la primera compra del día, el juego de magia... y ¡oh desilusión! Son unos pulgares falsos con una minibombilla dentro de cada uno. Es gracioso, pero no es lo que parecía en el envase. Un chasco, aunque trasteamos con ellos un rato.
Hay un patito como el que vimos ayer en el tívoli, que está solo y no deja de piar. No vemos a la madre, y el animal se está desgañitando a base de piídos... espera, esto no es un pato. ¿Cómo puede tener las patas más grandes que todo el resto del cuerpo? Pues parece que se trata de la famosa polla de agua, sí señor. El patito sale del agua y se pasea sorprendentemente cerca de nosotros, sin ningún miedo –aparentemente-. Después aparece su madre, con otro patito más. Al parecer, es costumbre en estos animales el alejarse de su madre y nadar solos, piando con mucha fuerza para dar a conocer su localización –bueno, o eso pensamos-.
Después del descanso, y de que varios patos siguiesen a Pablo cuando nos íbamos; ya se nos ha hecho la hora de comer.  ¿Qué hacemos? ¿Repetimos en Soupa Natural, que nos gustó mucho, o vamos al Kartoffelkalderen, que hemos visto recomendado en la guías? Va, vamos al Kartoffel.
¡Error! En algún momento, hace ya varios años, se ve que el Kartoffel servía guisos a base de patatas, con diferentes acompañamientos. Hoy en día este restaurante lo llevan unos chinos –las únicas personas que encontramos que no hablaban bien el inglés, por cierto- , con lo que encuentras básicamente comida china. Tenían platos con base de patatas , eso sí; pero no como esperábamos: patatas asadas con algún tipo de acompañamiento (que encontramos frío y no demasiado bueno, la verdad). Se salvó el postre de Pablo: un crêpe con helado; buenísimo, la verdad. Pero fue una comida bastante cara –a resaltar el agua, a precio de oro- y menos mal que se me ocurrió pedirme un solo plato en lugar del menú entero, porque de lo contrario habríamos tenido que sacar más dinero para coger el tren hasta el Aeropuerto.
Con el chasco en el cuerpo ponemos rumbo a la estación de trenes. Saco alguna foto más, pero no queda mucho tiempo. Sacamos los billetes y nos montamos en un tren en la vía indicada.
-          Pero Pablo, ¿Seguro que este va al aeropuerto? ¿Cuántos aeropuertos hay en Copenhague? Antes ponía Lufthavn, pero no sé si será...
-          Lufthavn significa aeropuerto, María. “Havn” es “puerto”.
-          Ya, pero, ¿y si hay varios? ¿A tí te suena esta parada?
-          No la verdad es que no...
(pero terminamos llegando de todos modos). Pasamos las maletas por el detector; la de pablo pita y tras varios intentos descubrimos que era por la lata de paté, que nos dejan llevar sin problemas. Bien, ya está todo. Y ahora, ¿qué?  ¡Sorpresa! El avión está con retraso.
Empiezo a ponerme nerviosa, porque contamos con un margen de dos horas desde que lleguemos a Barcelona hasta que salga nuestro tren a Valencia, y hay cierta distancia desde el aeropuerto hasta Sants. El avión sigue sin llegar... nos comemos el bollo, me levanto a mirar si viene el avión; probamos el Flash Duel, lo vuelvo a mirar; me pongo a escribir un mensaje para la hermana de Pablo, por si tenemos que dormir en su casa en Barcelona... por fin anuncian la hora de salida... ¡con una hora de retraso!  - lo que nos deja una hora escasa para salir de la estación, coger el autobús hasta la terminal “estándar” y de allí el cercanías a Sants... vamos MUY justos de tiempo.
Pasamos a la sala de embarque, donde vemos que fuera se ha puesto a llover. Vaya, nos hemos librado por poco.  Desde aquí nos esperan tres horas hasta llegar a Barcelona. Por fin salimos... y me quedo frita en el avión. ¡Espero que Pablo aprovechase para estudiar química!
Estamos en Barcelona... la gran duda es, ¿nos arriesgamos a coger el cercanías, o tiramos de Taxi? Ufff... al final optamos por el taxi. El hombre nos empieza a contar el dinero que nos estamos ahorrando gracias a la ruta que ha elegido, etc...; cuando nos deja en Sants son unos 30 eurazos los que marca el taxímetro.  Al menos nos sale más barato esto que sacar los billetes de nuevo.
Nos montamos en el tren. Pablo, la cena la pagas tú, que bastante me ha dolido el sablazo del taxi (vale, vale).
- Vaya, si tiene coches cama y literas... mira, este está vació, podíamos entrar y...
-No.
-¡ Pero si no hay nadie!
-... no.
Bueno. Pedimos menú de bocadillos y cenamos... empezamos una partida de Flash duel pero tuve que dejarla porque estaba dando cabezadas... el resto del trayecto me lo pasé durmiendo hasta que Pablo me avisó de que estábamos llegando a Valencia –supongo que intuitivamente, porque por megafonía no dijeron nada-. ¡Espero que aprovechase el tiempo para estudiar!


lunes, 21 de octubre de 2013

Perdóname padre, pues he pecado.

Vengo a confesarme de muchos pecados, todos ellos ignominiosos. Sea la voluntad de Dios el perdonarme si así él lo desea:

-Perdóname padre, pues he usado cubertería, vajilla y cristalería sin saber de dónde han salido. No sabía tampoco quién las hizo, ni qué calidad tenían. Menos consciente era de qué otras piezas pudo haber creado la empresa en quienes confié mi alimentación. Admito que disfruté el servicio de sus productos, de buena gana los he usado una y otra vez, más nunca me interesé en conocer su historia ni orígenes.

-Perdóname padre, pues he cruzado puentes, y he subido escaleras y he vivido en pisos, y nunca he conocido ni conoceré a los arquitectos que han hecho eso posible para mí. No conozco su obra, así como tampoco su técnica ni su carrera en el mundo de la arquitectura.

-Perdóname padre, pues he pasado decenas de horas usando ordenadores como este que ahora mismo tengo ante mí, desconocedor de sus componentes y creadores. He tenido en mis manos ratones, teclados, cámaras y monitores, mas nunca me he preocupado en saber más sobre los ingenieros que lo han hecho posible.

-Perdóname padre, pues he escuchado canciones y no he sentido la necesidad de conocer quiénes las crearon, pensando que lo importante era disfrutar la música.

-Perdóname padre, pues he llevado piezas de ropa con el nombre de grupos a los que no he oído, o de lugares que no he visitado, o de universidades en las que no he estudiado. Siempre creí que bastaba con que el diseño satisficiera mis gustos, y la tela me protegiera del frío.

-Perdóname padre, pues he cometido y cometeré estos pecados, y nunca intentaré dejar de cometerlos.

martes, 15 de octubre de 2013

Veinte mil leguas de viaje interdimensional.

Ok, estoy viendo Pacific Rim, y como sé que os interesa mucho, allá van mis pensamientos a tiempo real mientras la veo (No lo sé aún, pero imagino que habrá spoilers):

-Uh, guay, directos al tema, eso me gusta.

-Podrían haber sacado las batallas tanques/Kayju, pero supongo que ya habrá suficiente pelea para hartarse.

-No me gusta el rollo este de "hemos inventado una nueva tecnología desde cero, hecho instalaciones acorde a ello, creado sistemas de transporte apropiados, montado súper máquinas de combate, comprobado que un piloto sufre daños cerebrales y creado otra nueva tecnología para compensar en apenas unos pocos años". No sé, no afectaba en nada que tardaran un tiempo más razonable (ponle que sean 20 y sigue quedándose corto) mientras el mundo sufre y se defiende como puede. La película habría tenido un ambiente algo más apocalíptico de lo que parece de momento.

-¿Y si no destacaban en nada, cómo los han encontrado? ¿Cómo saben que son psíquicamente compatibles? ¿Van por ahí haciendo pruebas a gente al azar?

-Muy currada la escena del montaje, me gusta mucho más el diseño de esto (muy Evangelion, denoto) que la base en sí misma, a la que han querido dar una especie de grandilocuencia tecnológica mucho menos atractiva.

-¡Es la voz de GLaDOS, es GLaDOS!

-Vale, empieza la marcha

-Por supuesto, tienen que salvar al barco.

-Espera, el bicho está nadando, pero el robot parece mantenerse de pie... ¿dónde está apoyado? (Me llegan reminiscencias del FF VII y esos fallos en la muerte de Aeris).

-Bam, toma, pum, dale... ¿ya está? Que poca cosa.

-No espera, que hay más.

-¡Toma, toma, dale! Sé que acaba de empezar la cosa, pero los hermanos ya me caían mal.

-Preveo trauma psicológico después de esto.

-Yyyyyyy sobrevive. Claro, cómo no. Tiene una cara de protagonista que no se aguanta.

-Joder, odio profundamente las escenas de "decenas de caras mirándote desde un monitor", quedan increíblemente falsas. Prefiero la clásica reunión militar donde el general bueno acaba levantándose y gritando que esto y aquello. Pero bueno.

-Buena lógica ahí "hemos decidido que tras vete tú a saber cuantos chorrocientos millones invertidos en esto y aunque llevan apenas unos años en marcha... casi que mejor nos deshacemos de ello." No sé, no es como si no pudieran mejorarlos o algo a la velocidad a la que los inventaron y distribuyeron. Un muro es mucho mejor, donde va a parar.

-"Hola, os rompo el muro como quiero y el robot es el héroe del día" - "nos la pela, vamos a seguir montando muros for the lulz."

-Atención, llega un helicóptero. Aterriza peligrosamente cerca de un edificio que no tiene helipuerto habilitado, pero a la gente se la pela y además el prota (Sí, está claro, es el prota) ya sabe de antemano que vienen a por él.

-"¡SOY EL NEGRO MOLÓN QUE SUELTA LA FRASE GLORIOSA DE LA PELÍCULA! ¡HARÁS LO QUE YO TE DIGA!"

-Otra escena que tiende a grandilocuente sin necesitarlo. Meh.

-La ropa de la japonesa es inmune al aire que produce un helicóptero que está a medio metro del suelo, al parecer.

-"Hola, chica de la peli" - "Hola, prota macizo"

-Y aquí llega el recurso cómico de la trama en forma de... ¡científicos, frikis, obsesos y antisociales! Un aplauso para el guionista.

-Espera... ¿doscientas treinta mil toneladas? ¡Venga ya! ¿Qué densidad tienen esos bichos? De verdad, podíais simplemente no haber dado números y quedar como reyes en vez de soltar la primera cifra grande que se os ocurrió.

-Clásica escena de presentación de los compañerosperoprobablementeactuaránunpococomorivales. Mi predicción es que los chinos irán a su puta bola y los rusos serán los malotes que se burlan del prota, o algo de eso.

-"Nos conocemos, pero vamos a decirnos el uno al otro en voz alta de qué nos conocemos para que el espectador lo sepa".

-¿Alguien más está de acuerdo conmigo en que la japonesa tiene el peor acento de japonesa que se haya visto?

-Plan suicida. El héroe discrepa. Al negro molón se la suda. Misterios insondables. Chan chan CHANNNNN.

-Mirada desafiante. Chan chan CHANCHANNNNNNNNN.

-Por si acaso no quedaba claro que los científicos son frikis, vamos a recordarte que estos tíos están pirados. Por cierto, que cálculos tan complejos para algo tan simple como que los bichos cada vez tardan la mitad en salir (También: monstruos asesinos gigantes de otro universo que se guían por reglas matemáticas. Guay).

-Jodidos americanos que lo arreglan todo metiendo bombas aquí y allá.

-"Uno parece un tiburón, otro parece un pez." En el año 2025 los tiburones ya no son peces.

-¿Soy el único al que le preocupa que ese trozo de cerebro tenga tentáculos succionadores?

-Teoría desechada ergo es la correcta y se salvarán por ella. Me sigue pareciendo una tontería lo de que sean clones pero no se parezcan entre sí. Llamadme loco si acaso.

-Uh, la japonesa pone cara de disgusto. Bueno, algo así. No es muy expresiva la chica.

-"Mírame, pobre de mí, soy claramente la más adecuada para pilotar y además es el sueño de mi vida, pero el negro molón no me lo permite sin ningún motivo aparente. Ah, por cierto, creo que apestas como piloto". - "Ya, pero soy el prota y molo" - "Ganas de follarte aumentando..."

-Aaaah, lo de la japonesa es una cosa de vengaaaanza. Vale, vale.

-Y aquí llega el personaje que todos vamos a odiar, no podía ser de otra forna. Pedante, arrogante, malhablado, etc. Hay una fábrica en Hollywood que diseña estos tíos en masa.

-El prota reparte hostias como panes (pero nunca destacó en nada, eh) y aún tiene tiempo de ver la desaprobación de la japonesa que está a sus espaldas. Ella no se queda corta, ha sido capaz de ver que él podía ganar aún más fácilmente. Por cierto: ¿Por qué tienen que aprender defensa personal para pilotar los robots si luego la movilidad se reduce a puñetazos a la boca? ¿Y por qué les hacen pegarse de hostias para ver lo aptos que son?

-El prota reta a la japonesa. El negro dice que no. El prota vacila al negro. El negro dice "te vas a enterar, hijo de la gran puta".

-La japonesa no tiene ni un mínimo de musculación ni de fibra, pero eso no importa porque es la chica y reparte hostias si el guión así lo exige.

-La escena de la pelea es tan infantil y estereotipada que me ofende,y llevo demasiado tiempo sin ver robots repartiendo caña como para compensarlo. Muy mal.

-Sigo sin tener claro el tema de la compatibilidad psíquica. Nunca se les ve hacer pruebas de ningún tipo al respecto, pero en todo momento te dicen que es un requisito. La japonesa afirma tener esa compatibilidad, y sin embargo no conocía al chico. Después él dice haberlo notado tras pelear, ¿cómo funciona esto exactamente?

-El negro tiene problemas de salud. Chan chan CHANNNNNNNN.

-Material de alta tecnología y formas biológicas desconocidas dejadas por ahí sin seguridad alguna a manos de un tipo con evidentes problemas mentales, pero como es un supergenio sale todo bien a la primera, a pesar de ser una teoría muy rara. Además ahora mismo caigo en la cuenta de que nunca nos dan la especialidad en la que este hombre -o su compañero- han estudiado. Son simplemente... científicos. Dato adicional: todo el montaje científico son tubos llenos de agua, cascos con lucecitas y cables. ¿Estoy en una serie de los 90?

-Me encanta el tío con pajarita, tirantes y patillas. Es como que se han traído a un periodista de los años 20.

-¡Sorpresa! Todo lo que hemos estado dando por culo con que la japonesa no pilota... ¡no valía para nada!

-Creo que sería de agradecer que antes de conectarles así por las buenas al robot... no sé. Hicieran algún otro tipo de prueba o... o se conocieran un poco más. O algo. Joder, que se van a meter en la mente del otro, que a él lo primero que le va llegar es cómo la japonesa se muere de ganas de follarle.

-Aaaah, el argumento de Independence Day. En este caso son extraterrestres que tienen la capacidad de crear monstruos gigantes y mandarlos a través de grietas interdimensionales hasta otros universos, pero la finalidad es la misma: llegar, consumir e irse. Digo yo, digo: ¿con tecnología así de avanzada y ese tipo de recursos no podían modificar la atmósfera para que fuera más apropiada para ellos en vez de esperar cienes de millones de años (qué paciencia, por cierto, yo a esas alturas ya me habría dedicado a otra cosa)? Déjalo, no le voy a dar más vueltas. Definitivamente estamos en los noventa.

-"Bueno... sois claramente incompetentes para el trato humano, así que creo que puedo confiar en vosotros para ir a hablar con un mafioso de mala calaña para conseguir de él un cerebro de Kaiju. Sí... sí, eso tiene sentido, soy negro y molo, así que debe de ser razonable".

-Como era de esperar, los problemas surgen en la pareja. Y la culpa principal es de la japonesa. No puede uno poner a una mujer al mando de un robot gigante de última tecnología sin que se le vaya la cabeza, che.

-El Kayju cangrejo debe de ser la cosa más molona que haya visto nunca. Pero tardará la vida en destruir la ciudad si tiene que pararse a por cada pequeña niña que se cruce.

-¿Habéis dejado el puto cañón de plasma en marcha en un robot encerrado en un espacio pequeño y lleno de gente y tecnología carísima, con un piloto principiante y de quien sabéis que es psicológicamente inestable? ¿Pero cuál es vuestro problema mental? Eso sí, tenéis un enchufe que le da toda la electricidad en un punto aleatorio del panel de control. Bueeeeeeeno...

-¿Santiago Segura? Ah, joder, que eran amiguetes. Tiene que hacer el chiste de turno, claro.

-El actor que hace del mafioso maloso es otro cómico de toda la vida. Por si no teníamos claro que no era una escena muy seria.

-¡Tan, tan! ¡Pelea, pelea! El prota le parte la boca al bocazas de buena manera. Genial.

-Vale, hemos entrado en los 60 minutos de película y esto sigue siendo un tostón. A mí me prometieron otra cosa.

-Oh, el negro fue el piloto que le salvó la vida y ahora no puede permitir que ella muera. Oh, el drama. Oh, el angst. Pero él es el negro molón, es duro y recio y su pasado no importa. Y su orgullo vale más que todo el tiempo gastado en conseguir al piloto perfecto.

-Ahora todos odian al chico y a la chica. Oh, el sufrimiento. Oh, el dolor. (Este odio no volverá a ser referenciado más adelante en la película ni influirá absolutamente en nada, tenga una buena tarde).

-¡Que vienen los monstruos! ¡Y casualmente justo donde están todos los robots, qué suerte!

-Cortada total de rollo con el cambio de escena. Respira, Pablo, respira. Las hostias están por llegar, no desesperes.

-Ah, la famosa idea de que los dinosaurios tenían dos cerebros por ser muy grandes. Creo que hace ya algunos años que se demostró errónea, pero quizás me equivoco en esto.

-Cherno Alpha hace esto. Cherno Alpha hace aquello. Cherno Alpha produce frikiorgasmos en Pablo.

-TOMA YA LOS CHINOS.

-Chinos muertos. Jo.

-Cherno Alpha despiezado. ¡NOOOOOOOOOO!

-Claro que sí, chavales. Tirarlo al agua le va a hacer mucho más daño que 2000 toneladas de acero impactando contra su hígado. Ay diosito, llévame pronto.

-Y los monstruos ganan por goleada. Dos despiezados, uno inutilizado. Por supuesto, sólo nuestro valoroso protagonista puede salvarnos de esta desesperada situación porque su robot es especiaaaaaaaal. Especiaaaaaaaal como él y la chica.

-¡Todo es culpa del científico loco! ¡Por su culpa ahora son más fuertes!

-"Hijo, el monstruo se ha quedado a juguetear con nosotros en lugar de hacer algo útil, debemos seguir su ejemplo" - "¿Qué propones?" - "Vamos a salir del robot y dispararle con bengalas, eso le enseñará" - "Papá, soy el personaje odiable de la película y aún y así creo que esta idea es estúpida y que deberías quedarte en tu sitio mientras esperamos a que nos ayuden" - "¡No porque grito mucho y hablo de hacer el bien y de salvar gente y de blagrbahrkalñsuidhñaosdjkasdj!"

-Le disparan con las bengalas. Al monstruo le ofende un poco la cosa.

-¡Pero llega nuestro héroe para salvar el día! Jo, que bien que aunque toda nuestra base de operaciones esté inutilizada hayamos podido activar el robot, ponerlo todo en orden y transportarlo aquí en menos de tres minutos, ¿eh?

-El monstruo encaja una somanta de palos con mucha elegancia. No se le hacen heridas ni nada, es un... bueno, es un monstruo.

-Bamf, reventado a base de cañonazos. Oye, qué rápido carga cuando lo necesitas pero hay que ver lo que le costaba en otros momentos.

-"Perdona japonesa, pero soy el prota y tengo que darme un momento de molaridad cada X minutos de película así que vamos a gastar más munición en ese cadáver. *pam, pam, pam* Bien, frase molona y nos vamos".

-Los chinos estaban apretaditos en el búnker, pero repentinamente puede permitirse dejar un círculo de tres metros de radio en el centro para que el científico loco la líe y se pare a recoger sus gafas. Muy amables, estos chinos.

-¡¿Si viene a por ti, por qué te quedas ahí parado y le dejas olfatearte, tarado mental?! No espera, la duda real es, ¿por qué viene a por él? ¿Cómo sabe dónde está?

-¡UN MALDITO TRANSATLÁNTICO KATANA, MODERFOQUER! Esto sería mucho más emocionante si no nos hubieran mostrado esta escena en el tráiler. Uh.

-Un monstruo de 80 metros de alto se pone a jugar al escondite entre las calles de Hong Kong. Muy normal todo, muy razonable.

-Whatdefoc las bolas de oficina.

-Espérate, que el monstruo vuela.

-¡Pero el robot guardaba un as en la manga en forma de espada que hasta ahora han decidido no usar sin motivo aparente!

-Monstruo muerto, robot cae. No han atravesado al atmósfera al subir, pero sí al bajar. Que alguien me lo explique.

-¡Y una vez más los héroes se salvan heroicamente! En otro orden de noticias: más Santiago Segura y el científico está vivo.

-Se supone que los monstruos son ácidos que te cagas, pero ahora vemos a un montón de chinos extrayendo partes a mano desnuda. Bibah. Duda: si los Kayju son clones creados al momento y mandados a través del portal de bla bla bla... ¿de dónde salen los parásitos?

-Los matones del mafioso (Santiago Segura haciendo el payaso entre ellos) son también los encargados de entrar en el monstruo a extraer el cerebro. No había manos más hábiles y/o fiables, supongo.

-¡El Kayju ha tenido una cría! Qué mono es, mira como intenta devorar personas...

-Oh, qué sorpresa tan grande, la cría se ha comido al mafioso. Nadie podía haber esperado que esto ocurriera, estábamos totalmente engañados con la muerte del animalejo. Una bota sobrevive.

-"Estás enfermo, por qué no me lo dijiste" - "Por qué coño supones que tengo que contarte toda mi puta vida"  - "Soy el protagonista" - "Oh. Oooooh. Perdona, no sé cómo no he... joder, que fallo tan grande. ahora mismo te cuento: radiación" - "Vaya"

-El negro molón hace el sacrificio final: morirá por los demás pilotando el robot. Es negro y mola. Y mola más. Y es más negro. Cuando más negro más mola, y este tío es muy negro. Como su futuro.

-Discurso épico final.

-No aguanto más, voy a saltar a la acción. A la mierda 5 o 6 minutos de película.

-¿Tienes que sumergir los robots 2000 o 3000 metros?

-¡Oh dios mío, descubrimiento total! ¡Si no son un Kayju la brecha no los deja pasar! ¡Los que mandan los Kayju lo saben y aún y así les han dejado dos o tres de ellos allí a mano para sacarles buen uso y hacen que el portal sea de doble sentido sin necesidad alguna!

-Si podían mandar bichos cada vez más y más grandes, ¿por qué no...? Mira, déjalo. Los noventa.

-"El enemigo se está tomando su tiempo en prepararse para atacarnos, en lugar de esquivar mejor recibamos el golpe"

-Espada activada.

-Espada destruida. Ups.

-Espera tenemos otra. Pim, pam, toma lacasitos. Un monstruo fuera en dos tajos.

-Ooooh, el maloso también se sacrifica noblemente.

-Joder, qué triste todo. El robot cojeando hacia su propia muerte. El harakiri final, la redención vervdadera, él... ¡eeeepa, que el Kayju grande está vivo (cosa que tampoco nos esperábamos, ¿eh, eh?)!

-Oh, es tan héroe que salva a la japonesa (lanzándola impulsada por aire en medio de un portal interdimensional, siendo capaz de cruzar aunque no tiene nada de Kayju que se lo permita, apareciendo a vete tú a saber qué profundidad bajo el agua) y decide morir él sólo.

-Me fascina que sigan recibiendo señal desde otra dimensión.

-¡La tensión final, tiene que inmolarse manualmente o no vale!

-¿Por qué su reactor tiene un botón para generar una fusión interna? ¿Qué utilidad tiene eso si iban a llevar una bomba?

-¡INDEPENDENCE DAAAAAAAAAAAAAAY!

-Y el héroe vive para luchar otro día y amar salvajemente a la japonesa.

-Aplausos, todos contentos. Bravo, viva, hurra. Títulos de crédito.



Vaya basura de película.

Edit:
-LA MADRE QUE LOS PARIÓ CON EL CHISTACO POSTCRÉDITOS. QUE ME DA LA TRIKINOSIS, QUE ME DA, QUE ME DA.

domingo, 6 de octubre de 2013

Diario de la capitana: día cuarto.

Versión de María:

Hemos dormido muy bien, ¡y no me duelen los pies! Me da pena pensar que este es el último día que pasaremos realmente en Copenhague, porque mañana nos toca el viaje de vuelta... Ya tenemos todo planeado, así que a desayunar y a la calle!

Son casi las 10 de la mañana. Ay, Pablo... ¿te acuerdas de aquella tienda donde cantaban y bailaban a la hora de abrir? ¡Sí, Hemleys! ¿Vamos allí? Me gustaría grabar la parafernalia de apertura, para tenerlo todo bien documentado. A Pablo le parece bien, así que, ¡allá vamos!
¿No salen? Espera, ya empieza a sonar la música... hoy no hay nadie vestido de oso. En su lugar, aparece una chica con tutú rosa bailando; y un chico vestido de traje... el empleado del avioncito es el primero en volver. Una chica se sube a la peana para sacarse una foto con el chico trajeado. ¿Qué dices, que suba yo también? Es que... me da vergüenza ^^U bueno, vale...
(Pablo saca la foto).

-          -La verdad es que era un chico bastante guapo.
-          -Ya lo sé, ¿por qué crees que te he dicho que te sacaras la foto con él?
-           -O/////o
-          -Tranquila, yo he tenido suficiente al ver cómo le botaban las tetas a la chica del tutú. ¡Y eso está en el vídeo!
-          -... (compruebo el vídeo, aquí no se nota que se muevan tanto, la verdad).

Ya que nos hemos hecho la foto y todo... podríamos bajar a mirar, y puede que incluso a comprar algo. ¿Vamos? Bajamos a la planta baja y... ¡aquí tienen de todo! Mira, hay tuppers de lego, ¡qué graciosos! Y patitos para la bañera vestidos de diferentes profesiones... y máscaras de superhéroes: Pablo se prueba una del Capitán América; yo la de Iron Man (porque Iron Man mola mucho :D). También hay auriculares con forma de dulces, un espejo de “Lego” para que pongas tu cara en él... Cerca de las escaleras tienen un surtido de piezas de puzzle para coger al peso que casi parecen de caramelo. Y Pablo se fija en un kit de magia para hacer trucos de luces.

-         - Parece interesante. ¿Lo quieres?
-          -Bueno... si mañana nos sobra dinero, podemos volver y cogerlo.
-          -De acuerdo.

Al final hemos salido sin comprar nada y me sabe un poco mal por los empleados; después de grabarles y de hacernos la foto... pero bueno. ¡Hay que ahorrar!

Hoy nos vamos a ver la tumba de Hans Cristian Andersen. Por lo que he leído, en Norrebro hay pastelerías muy buenas... a ver si con suerte damos con una, y me compro un bollo de canela tan rico como el de St. Peters Bageri. ¡O algún otro dulce típico! De momento, caminamos por la zona de los lagos (sin pararnos a mirar los patos porque no hay tiempo), y vemos una escultura hecha con el tronco de un árbol, realmente bastante curiosa.

Aunque según el mapa parecía que nos tomaría bastante tiempo llegar hasta Norrebro, está relativamente cerca. En menos de una hora estamos allí. Vemos alguna iglesia de forma interesante, hago algunas fotos... y llegamos al cementerio, que el barrio utiliza al modo de parque.  Está lleno de estatuas. ¿Por dónde se entra? Esa verja parece que está cerrada... ah, si por allí.

Las tumbas son bastante curiosas, pero espero que esto sea más fácil que encontrar la de Karl Marx en Highgate... por suerte, los daneses son muy prácticos y nos facilitan la tarea: han señalizado con flechas cómo llegar a la tumba.

Anda, esta tumba en forma de árbol es realmente curiosa... pero mejor no me desvío más, que Pablo va más adelantado. ¡Mira, una ardilla! Esta es muy roja, más que las de Londres. Intento hacerle un book, pero es demasiado rápida: sale movida y de lejos, y pronto la perdemos de vista. ¡Pero qué bonita!
Vale. Tenemos que estar cerca, porque esta señal nos manda volver por donde hemos venido... ¿nos la habremos pasado? Vale, vamos a inspeccionar el terreno: tú por aquí y yo por allá.

Creo que Pablo me está llamando... ¡Ah, que ya la has encontrado! Pues nada, una foto y si quieres nos volvemos. Vale, ya dejo de hacer fotos: de ahora en adelante sólo a las tumbas que sean curiosas... ¿esa con forma de barco te parece suficientemente curiosa? *flash* vale, ya paro...

Parece que Norrebro es un barrio residencial, porque lo que es pastelerías no veo ni una. Eso sí, encontramos un parque infantil con una mini-zona de escalada.

-        -Va, Pablo, súbete y te hago una foto :P

Pablo comenta que es la única zona donde vamos mejor vestidos que el resto. La verdad es que no me había fijado demasiado...

¡Mira Pablo!¡ Hemos encontrado el punto G! (nos ponemos a cantar la canción de Carlitos, por supuesto). Y  juraría que acabo de ver un cuadro con un teletubbie crucificado... espera, voy a comprobarlo. Pues sí, lo era. ¡Están locos estos daneses!

El planning del día sigue con una visita al museo de armas, pero abre a las doce y aún falta un ratito... ¿vamos a los jardines de la biblioteca, a dar un paseo? Vale. Vaya, todos los patos están dormidos, hasta el momento en el que aumentan la presión de la fuente, a mala leche, y varios se despiertan de golpe.
Oye Pablo, ¿Tienes hambre? Me alegro, porque yo también. ¿Nos tomamos la focaccia que sobró de ayer, y que nos hemos traído por si acaso? Venga, y si sobra daremos de comer a los patos... vaya, ¡qué bueno está esto! Me da que los patos se quedarán sin comer hoy.

Ya pasan de las 12, así que volvemos a la entrada del museo de armas. Es asequible. Nada más entrar hay una colección de cañones inmensa. Pablo empieza a hacer  un montón de fotos, esto le encanta. Qué mono está mirando los cañones :P Aunque creo que yo también haré fotos, aunque sea con el móvil. Por si acaso, no sea que las suyas salgan mal.

Las balas de cañón son inmensas, y hay una sala recreando la vida de los soldados en Irak. Está curioso, y como detalle, hasta les han puesto revistas porno en las habitaciones, jajaja. Vaya, esto es largo.

¿Esto es todo? No, hay un 2º piso... con un montón de lanzas. ¡Oh, uniformes *-*! ¡Qué bien le sentaría este a Pablo! ¡Y este otro! Vaya... ¿Pablo, te compro uno de estos? Vaya, vaya... esto está mejor que los cañones, y tienen un montón de sombreros, maquetas de barcos, botiquines de guerra... ay, ¡qué bien le quedaría a Pablo este uniforme de general! ¡Y anda que el del rey...!

Venga, ya hemos visto todo. Nos vamos, y comeremos en el hotel, que hay que ahorrar... y además, tengo que cargar la batería de la cámara, que con la cantidad de fotos que hemos hecho en el museo no llegará para documentar el Tívoli. Y, por supuesto, ¡¡¡descalzarme!!! Que cada día me aguantan menos los pies.

Recargamos las pilas (en todos los sentidos) y... ¡al Tívoli! Pero antes vamos a por el postre, que tengo hambre de dulce. Vaya Pablo, está oscuro, ¿te imaginas que se nos pone a llover allí? Jajaja... vale, dejo de ser gafe.

¿Qué prefieres, que nos cojamos una entrada sencilla pagando las atracciones a parte, o una entrada con todo incluido? Lo dejo a tu elección, que tú llevas el dinero. ¡Sorpréndeme! (Y Pablo eligió: todo incluido).
Bien, para que salga rentable tenemos que montarnos al menos en 4 atracciones... y no me gusta cómo está el cielo. Mira, tenemos la noria al lado, ¡y todos los vagones son globos aerostáticos, qué bonitos! ¿Nos subimos? Y así haré unas fotos muy bonitas desde aquí arriba, aunque esto ya se pone en marcha... No te marees, no te marees, no te marees... uff, se paró.

¿Vamos ahora  a esta? Es un recorrido en un vagón, en el que tenemos que disparar a unas luces de colores. Jeje, te voy ganando... se oye agua. ¿Será verdad que nos mojarán antes de salir? Me pongo el bolso en la cabeza por si acaso... y el agua se aparta a la vez que sale el flash de la foto de la atracción... qué cabrones.
No nos hemos mojado en la atracción, pero aquí ya me ha caído una gota... venga, Pablo, dos más. ¿Qué tal esa montaña rusa? Se llama Daemon, y tiene varios restaurantes debajo, porque aquí el espacio está perfectamente aprovechado. Sí señor: el parque ocupará aproximadamente una manzana (de las de calle, Pablo), pero como todo está solapado hay un montón de cosas.

¿Me puedo agarrar de tu asiento? Ya sabes, por si el mío se abre en mitad del viaje. Sí, ya sé que no me va a salvar la vida, pero me quedo más tranquila... vaya, ¡esto tiene bastantes loopings!

Pablo... quería montarme rápidamente en 4 atracciones pero creo que me he mareado un poco... y no parece que la lluvia sea inminente ahora. ¿te importa que descansemos? No me importa si tú te subes a otras cosas mientras. Oh, te vienes a pasear conmigo, qué adorable ^^.

Efectivamente, en esas barquitas no creo que me maree. Y así hacemos la 4º atracción. Nos subimos, y ¿ahora?

-          -Venga, vamos a ver los patitos, que sé que lo estás deseando.
-          -¡¡¡Patitos!!! *-*

Enseguida los localizamos, ¡son tan monos! ¡Ay cómo me gustaría cogerlos... y llevármelos! Pero hay demasiada gente mirando... vaya, este se ha quedado un poco apartado.

-          -Si lo coges para llevarlo con su madre está bien.
-          -¿Seguro? Pero hay mucha gente mirando... bueno, vale.

De todos modos el patito no se deja coger fácilmente, a base de escaparse llega donde su madre. ¡Ya no hay excusa para cogerlo! Pero sí para hacer fotos... ¡¡qué monos son!! Bueno, ya paro, que voy a gastar la batería de la cámara.

Venga Pauet, ¿dónde te quieres subir ahora? ¡Ya sé: vamos al astrolabio! Que en realidad se llama Star Flyer, ¡pero parece un astrolabio!... vaya, esto sube mucho. Y las cadenitas son muy finas. Me agarro a la cadenita de Pablo, sólo por si acaso. Ay, ay, ay, qué altos estamos. Que no es por la altura, pero estas cadenas son tan delgaditas... y si se rompen... mejor miro al horizonte y no al suelo. Vale, ya bajamos.

Bueno, ahora que nos hemos subido en unas cuántas cosas... la verdad es que tengo hambre de dulce. ¿Nos tomamos un batido? El grande, el de ¾ de litro. ¡vaya, sí que es denso este batido, lleva un montón de helado! Nos va a costar acabarlo. Y nos hemos sentado en una terraza muy bonita a tomárnoslo, donde hago unas cuantas fotos a Pablo (que está tan mono! *-*), y a la terraza en general. Aquí tienen un montón de tiendas, granizados de todos los sabores y colores, ruletas que dan chocolate como premio...

Bueno, ya hemos descansado bastante, vamos a más atracciones. 

Una mítica: los autos de choque (con el único empleado del Tívoli al que no parecía gustar mucho su trabajo) . Y ahora, ¡al saltamontes! Al dueño le ha gustado Pablo, me ha soltado un “are you going with him? Lucky you!” al subirnos, y estoy toda orgullosa y presumiendo de novio. Qué aspecto tansteampunk tiene todo. ¡Y se puede bajar y subir el vagón a voluntad, con una palanca individual! La única pega es que no va tan rápido como el saltamontes de la feria, pero aun así está muy bien.

Y ahora, a esta montaña rusa... oh, vaya, que hace tres veces el recorrido. Pues ya me estaba empezando a marear en la primera vuelta... ¡aguanta, aguanta!

Vamos a dar otro paseo para asentar el estómago... mira, ya empiezan a encender las luces. Y tienen un barco pirata que es un restaurante... ¿quieres que cenemos aquí? Vaya, cierran realmente temprano. Hay unas figuritas de animales y nos ponemos a sacarnos fotos con ellas, en diferentes posturas.

¿Y ese ruido? Vaya, es una especie de patito, y parece que está sólo, ¿se habrá perdido? Pobrecito... me dan ganas de bajarme a por él, porque está muy cerca de la orilla, pero puede que me llamasen la atención. Nos quedamos un buen rato para ver si encuentra a su madre. Finalmente lo hace, ¡menos mal!

¿Y si vamos a buscar a los patitos de antes? Vaya, están dormidos. Pero fíjate, hay un montón de gente dando de comer a los patos adultos. Hay un montón. Venga, vamos a comprarles comida, que sólo son 2 coronas. Si se lanza la comida al aire, las gaviotas se vuelven locas. Y entre tanto, los peces van sacando la cabeza para pillar lo que pueden.

¿Sabes una cosa, Pablo? No me quiero ir del Tívoli sin sacarme una foto contigo. Que tenemos muy pocas fotos juntos... así que, por más vergüenza que nos dé, le pediremos a alguien que nos la saque. Mira, ese chico parece majo. Nos hace dos. ¡Muchas gracias!

Todo está precioso con las luces. Parece que la lanzadera no funciona hoy (no sé si alegrarme o lamentarlo)... ¿repetimos alguna? La que tú quieras. Ok, ¡al Daemon! Ahora todos los farolillos chinos están iluminados, y también el dragón.  Qué chulo todo.

¿Quéee? ¿Que quieres subir esa cosa que da tantas vueltas?... yo creo que te haré un vídeo desde aquí abajo, no tengo el estómago en condiciones. Pero tranquilo, te estaré animando.  La atracción es realmente muy bonita, pero el vídeo sale todo movido, como era de esperar, y no hay manera de distinguir a Pablo. Al pobre se le ha caído el coletero en pleno movimiento y se le ha ido deshaciendo la trenza en el proceso... pero ha encontrado la goma en el suelo cuando se ha parado.

¿Y nos dará tiempo a subir a ese avioncito? Bueno, *te, porque da demasiadas vueltas para mí. Parece que hay cola, pero esta ha sido la última tanda. ¡Mala suerte!

Damos otro paseo para ver lo bonito que está todo. El Taj Mahaliluminado es una pasada. Y todas las luces... mira, en esta tienda ya venden adornos de navidad... ¡¡¡y hay adornos de strippers navideñas!!! xDDDD

Se ve que hay un espectáculo de luces y música en el lago. Vamos allá. Realmente es muy  bonito, y las aves se han llevado un buen susto cuando ha empezado. Voy a hacer un vídeo, pero Pablo dice que mejor no, que guarde la cámara porque no me voy a enterar. La verdad es que tiene razón. Esto es precioso.

Qué pena salir del Tívoli... ¡pero tenemos una cenita romántica pendiente! Venga, venga. Hoy está bastante más vacío que la primera vez que lo vimos, y no hay violines. Pero están las estufas, las mantitas... y hay hambre. A ver la carta... Mira, ¡Fetuccini Alfredo! ¡Como Alfredo! xD... pedimos “lo de Pablo” y pizza... y un Daiquiri El Presidente, que hoy estamos que tiramos la casa por la ventana (uno para los dos, que tampoco hay que gastar demasiado).

Vaya, tienen el horno cerrado y no puedo tomar pizza. Pero a cambio me dan lo que quiera a la plancha. Estupendo, porque quería probar el salmón y así me sale más barato de lo que es. ¡Y está buenísimo! Y de paso... ¿nos haces una foto?


Dejamos propinas y nos volvemos al hotel muy llenos y muy cansados. Especialmente los pies. Pero ha sido un buen día, ¿eh?

sábado, 14 de septiembre de 2013

Diario del capitán: día tercero

Amanecemos, que no es poco. Bla, bla, vestirse, bla, bla, desayuno, bla, bla, qué pedos me tiraba ayer... y a la calle.

¿Plan para hoy? Pasar por el puerto e ir a visitar a la Sirenita. Decido guiar yo, que me he mirado varias veces el mapa y estoy convencido de tener una buena ruta en mente.

Pasamos por detrás de la estación. Agh, ¿por qué huele tan mal aquí? Es como a... a meado. Serán guarros, ¡no puede mear por las calles! ¡Eso es impropio de la gente del norte! Contengo el instinto animal de echar yo también una meada y reclamar Copenhague como mi territorio. Uh, tengo algo de frío.

Camina, camina, camina... mira, ese edificio le haría gracia a Raquel. ¿Cuántos metros serán? ¿Doce, quince? Algo de eso. Bueno, no nos entretengamos. Camina, camina, camina. Arg, ahora hace calor. Eh... creo que por aquí no es. Vale, espera, crucemos el puente y sigamos por el otro lado. Camina, camina, camina. ¡Vaya! ¡Edificios de estilo moderno! Son los primeros que vemos desde que llegamos a esta ciudad. También hay algunos sueltos de más de 5 pisos, cosa que tampoco habíamos visto hasta ahora. Hace frío otra vez.

Mira, una araña. Mira, otra araña. Mira, otra... ¿Qué os pasa aquí con las arañas? ¿Tenéis un pacto, un convenio? No es que tenga nada en contra de ellas, pero me llama la atención la tranquilidad con la que pasean por vuestras paredes. Otra vez calor. No, ahora en serio, ¿dónde estamos? A ver, mapa... huy. Me he equivocado, jiji. Busquemos otro puente (Gran problema de Copenhague: constantemente necesitas buscar puentes).

María queda fascinada por un extraño y desconocido córvido que nos pasa por al lado. A mí no me parece distinto de las decenas de urracas que hemos visto, pero según ella es otra cosa, así que le hace un book entero de fotos. El animal nos da su número de teléfono por si acaso queremos contar con él para otra sesión fotográfica y seguimos caminando.


Pasamos por otro parque con su respectivo lago, María está que no cabe en sí de gozo a base de parques, lagos y pájaros. Tengo frío. Mención especial al puente con candados, de esos que se supone que simbolizan promesas o parejas o algo de eso. ¿Esto no lo habían inventado en otro sitio?

Seguimos sin saber con certeza donde nos encontramos, pero vemos una gran torre y decidimos acercarnos a ver de qué se trata. Vaya, parece que hay gente caminando por allá arriba, ¿se podrá entrar? Vamos a intentarlo. ¿Por qué hace calor otra vez?

Efectivamente, se puede: al módico precio de 40 coronas (5,3 euros) por persona tienes el derecho a subir al campanario. Porque esto es una iglesia y se sube a la torre del campanario. Conforme ascendemos por escaleras de madera y piedra, añejas, estrechas y diseñadas por alguien que no tenía ni idea de arquitectura, tengo reminiscencias del Micalet. María pide una parada a mitad de camino, yo hago como que no me hace falta pero mentalmente agradezco el descanso.

Tras unos minutos más de ascenso, salimos al exterior. El trozo final de la torre es una espiral que se va haciendo más estrecha conforme subes, llegando a un punto en que uno ya no puede continuar. Mis respetos a las arañas que tienen aquí montadas sus telarañas, con el viento que hace y lo que pega el sol. Aquí arriba hace calor y frío a la vez.

Bajar nos cuesta mucho menos tiempo y esfuerzo que subir, como es lógico, y ya que hemos podido ver que el barrio de Cristiania (dadle al link para enteraros de qué tiene de especial, no me apetece explicarlo) está a tres minutos de aquí, hacemos camino en esa dirección mientras empieza a darme calor de nuevo.

La entrada de Cristiania está decorada con un pequeño mural muy colorido, seguido de un arco que parece prometer la entrada a algún tipo de mundo de ensueño. De hecho, nada más entrar vemos un cartel que nos indica el camino hacia el país de las maravillas, pero una rápida ojeada me indica que lo que vamos a encontrar es algo muy distinto.

Mira, ahí hay un cartel en un montón de idiomas, a ver qué pone.. ¿comprar acciones de Cristiania? ¿Acciones? ¿De un barrio (súper hippie)? Qué cosas tan raras tienen estos daneses. En fin, seguimos caminando.

Me bajo las mangas, que empiezo a tener frío. No, en realidad tengo calor otra vez.

Tras pasear brevemente por lo que parece un barrio gitano a las afueras de Madrid o Barcelona, y habiendo visto media docena de puestos con pipas, tabaco, mecheros y papel de fumar a precios prohibitivos, un cartel nos avisa de que nos estamos acercando al Green Light District y que, por lo tanto, las fotos están prohibidas. La comparación con cierto otro Light District me hace pensar en que voy a ver algunas tetas al aire, pero todo lo que veo son más tenderetes, marihuana plantada en tiestos por la calle (Ahí, a su rollo, sin que nadie la toque ni se la fume) y gente comprando más marihuana en cantidades industriales. Bueno, ya veo por qué no quieren fotos. María, ¿tú también tienes frío?

El renombrado Green Light "District" resulta ser en realidad una callejuela de 30-40 metros de largo y nada más. De hecho, el barrio entero de Cristiania es diminuto y no hay mucho más que ver. Mientras estamos saliendo, nos cruzamos con el país de las maravillas, que es ni más ni menos que una pequeña nave adecuada para hacer skateboard en ella. De verdad, la cantidad de estereotipos que se cumplen en este barrio me acojona.

La visita ha sido interesante, pero vamos a lo que queríamos ir desde un principio: zona puerto. María, saca el mapa que eche una ojeada a ver donde estamos. Ajá, ajá, ajá. Vamos por acá. Joder, qué calor hace.

Paradita a comprar una botella de agua en un pakistaní. Fresca y buena, no demasiado cara. Sigamos caminando. Mira, ese tío está meando por la calle.

Llegamos a lo que debe de ser zona puerto, pues está todo lleno de canales... pero no es el puerto. De hecho, nos vemos obligados a dar la vuelta tras comprobar que por aquí o eres un barco o no pasas. Lo siento, María.



Quince o veinte minutos más tarde parece que hemos encontrado el buen camino: aquí hasta hay gente caminando y todo. Tres canales, dos puentes y una consulta de mapa más tarde, pasamos al lado de los restos de una competición de esculturas de arena. Notable el hecho de que, dado que aquí no tienen playa real, la arena se la estén llevando en camiones. Jo, jo, jo.

Bueno, debe de ser detrás de esta esquina... a ver... ¡aquí estamos! ¡Nyhavn! Venga, María, saca todas las fotos que quieras, hala. Alégrate el alma, que te iba haciendo falta tras tanto andar y tanto dar vueltas. Mientras María se maravilla en el fascinante mundo de las casas de colores, yo me entretengo buscando el barco más molón y piratesco que pueda encontrar, pero la masiva cantidad de gente que pulula por aquí no deja tiempo a pararse y ver las cosas debidamente.

Esto está lleno de restaurantes, pero son caros y tenemos aún algo de tiempo por delante antes de la hora de comer, lo que nos hace desestimar la opción de sentarnos a tomar algo. Nuestras andanzas (dirección al parque de Kastellet) nos conducen de pura casualidad hasta la fantabulosa iglesia de mármol y la iglesia rusa ortodoxa, situada sólo unos metros más adelante.



También nos cruzamos con el museo de diseño, pero no nos interesa en lo más mínimo. Ay, me está dando frío ahora.

El camino hacia el parque resulta ser algo más largo de lo esperado y tenemos hambre, pero ahora nos hemos alejado de la zona de restaurantes y por aquí no parece haber ningún sitio donde comer en el que no debas empeñar un riñón... ¿o sí? ¡Mira, una pizzería! ¡Barata! Ale, p'adentro.

Tardan un buen rato en atendernos, nos sacan las bebidas ya puestas en el vaso, y los cubiertos brillan por su ausencia hasta que se nos ocurre reclamarlos. No es el mejor servicio que he recibido, pero la pela es la pela. En el cuarto de baño, un cartel de Lobezno me recuerda que debo lavarme las garras y yo me pregunto si alguna vez el hombre habrá tenido algún accidente mientras meaba. Ya sabéis un accidente con... eso. Da igual.

La aventura continúa en el parque de Kastellet, donde María hace otro book de fotos dedicado a patos, cisnes y urracas, lo que yo aprovecho para echarme un rato en la hierba, ahora que hace más calorcito y tengo el estómago lleno.

Kasetllet solía ser una fortaleza de las fuerzas navales danesas, y aún conserva algunas de las murallas, cuarteles y una pequeña colección de cañones a disposición del turista medio para sacarse fotos haciendo el gamba como está mandado. La zona nos gusta, pero tenemos otro objetivo en mente y no nos detenemos mucho.

Bueno, empiezo a estar hartito del tema de los puentes. ¿Por dónde cruzamos ahora? No hay ninguno a la vista... ¿Por qué cojones tienen canales al lado del mar? Bueno, vale, sí, hace de defensa para la fortaleza... ¡pero da igual! Qué acansinamiento, qué obsesión con el agua.

Nos vemos obligados a dar una vuelta gargantuesca para poder llegar, ahora sí, al verdadero puerto. Una vez allí, oculta tras una marabunta de japoneses armados con cámaras de fotos y con un extraño interés en sacar diez fotos por segundo, encontramos una de las grandes atracciones turísticas de la ciudad: la Sirenita.

Tardamos un buen rato en conseguir una foto decente, en parte porque es difícil acercarse y en parte porque la japochedumbre es muy molesta. Es más, ¿sabes qué? Yo me siento en esta roca y tú si eso saca las fotos. ¿Ya estás? Pues arreando.

Me voy a saltar la siguiente iglesia por la que pasamos, que hemos entrado ya en muchas y esto se está alargando demasiado.

¡Hora de volver! No sin antes pasar a saludar a uno de los últimos (¿O era el último de todos?) molinos de viento aún en funcionamiento. María me recuerda que nos hemos saltado Amalienborg y que quiere ir a verlo. Venga, vale, bien.

El susodicho palacio es, en realidad, una gran plaza peatonal rodeada de edificios. A mí no me parece un palacio, pero me lo voy a tener que creer... oye, ese guardia se está moviendo. Espera, ahí ocurre algo. María, deja de sacar fotos, mira allá. ¡El cambio de guardia! ¿Te lo puedes creer? Ni sabía que lo hubiera, mucho menos el horario al que ocurre, y resulta que lo pillamos en el momento exacto.

Pobre gente, montando la paraeta por una tradición sin sentido. Si por aquí pasa la gente como le da la gana, ¿qué estáis vigilando exactamente? En realidad me sabe mal, mira lo rígidos que tienen que estar, esto es inhumano.

A la salida del palacio (Ungh... tengo calor) nos cruzamos con varios coches de lujo acompañados de una lata con ruedas.

Estamos en Nyhavn otra vez, aún queda mucho día por delante y mucho camino hasta casa, pero estamos cansados y nuestros pies amenazan con suicidarse. Solución de María: tomar un batido. No te voy a decir que no, mira, pero tengo otra opción: subirse a las barcas turísticas.

¿Cómo has dicho que se llama la empresa...? Uh. Espero que no sea literal. Chocopunto para el guía por hablar fluidamente tres idiomas, aunque su castellano es pésimo. Gracias a esta idea, además de descansar los pies y relajarnos, nos enteramos de qué son ciertos edificios que hemos estado viendo mientras caminábamos, tales como la ópera, el segundo mejor restaurante del mundo o Cristianborg.

Al terminar, saludamos al edificio más estrecho de Copenhague, al que le estimamos más o menos 220 centímetros de ancho, el doble que el que teníamos aquí en Valencia (creo que lo acoplaron al colindante y ya no existe). Por cierto: tengo frío.

La vuelta es aburrida de contar. Mucho caminar, caminos que ya habíamos hecho con anterioridad. Lo único a destacar es que encontramos (también de casualidad) la biblioteca real. Por desgracia, estaba cerrada.

Al hotel a estudiar y a dormir, que mañana me lo voy a pasar en grande.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Diario del capitán, día segundo:

Suena el despertador. Hay que ponerse en marcha que tenemos desayuno incluido y no queremos perdérnoslo por bajar demasiado tarde. Como buffet de desayuno, hecho en falta unos cruasanes (CRU-A-SA-NES, Raquel), pero los cereales están bien y hay también zumos y varios tipos de pan para tostada. Con la cuestión de aprovecha el buffet nos ponemos hasta el culo de comida.

Vuelta a la habitación a lavarse los dientes, cogemos las cosas y hala, a la calle.

Habíamos decidido previamente que hoy pasaríamos por Strøget de nuevo, pero por la mañana que es cuando está abierto y se pueden mirar cosas como está mandado, así que emprendemos camino hacia allá. Camino que se ve prontamente interrumpido cuando veamos un... ¿tío disfrazado de oso? ¿Qué hace ese tío ahí? También se oye música... espera, vamos a parar a ver qué es esto.

Resulta que es una tienda de juguetes, dulces y cosas que en general se asocian a los niños. Cada mañana a la hora de apertura (las 10) salen todos los empelados y se ponen a bailar y cantar como si trabajar fuera lo más divertido del mundo. Uno de ellos, en concreto, va engalonado con una larga chaqueta roja y sombrero de copa, y es el único que permanece fuera cuando ya ha acabado el espectáculo, reclamando la atención de la gente para que entre a comprar cosas.

Seguimos caminando. El hotel de ayer ya no parece nada tan chachi, la luz del día le hace perder encanto. ¿Qué coño le pasa a este semáforo? ¡No da tiempo a cruzar! ¿Qué quieren, que corramos de un lado para otro? Bueno pues sí, eso es lo que quieren, porque en esta ciudad los semáforos duran en verde una miseria. El ciudadano medio cruza a toda prisa y aún así hace la mitad del trayecto en rojo, pero como esto es la norma, a los coches no parece importarles tampoco. De todas formas, denoto que más allá de las calles principales/más transitadas, la ciudad no tiene muchos semáforos. 

Al lado del hotel encontramos un pequeño museo doble en el que nos encontramos una réplica a tamaño real del hombre más alto del mundo, así como algunas curiosidades adicionales. Nos decimos que más tarde volveremos y seguimos caminando.

Mucha tienda de ropa, mucho souvenir, mucho bar (Tienen tantos bares como en España). Especialmente interesante un detalle: la ropa que venden en las tiendas mola mucho más que la que lleva la gente puesta, lo cual no tiene mucho sentido, porque entiendo que la gente compra lo que hay en las tiendas. También es todo muy caro, por supuesto.

Cogemos un desvío en algún momento dado. ¿Tú sabes dónde estamos? No, yo tampoco. Pero da igual, sigamos andando.

Camina, camina, camina, camina. Mira, una iglesia molona, vamos para adentro. Coñe, ¿la bandera gay? ¿Qué hace esto aquí? No entiendo el danés, pero entiendo que esta iglesia apoya los derechos de los gays y que está a favor del día del orgullo. Seguimos mirando y encontramos uh... una estatua de la muerte. Bueno, eso sí es nuevo.

No sabemos muy bien como, pero acabamos encontrando un enorme parque con su lago y sus estatuas y su esto y aquello. Y patos, muchos patos. María saca tres docenas de fotos y gana +3 a Felicidad Circunstancial.

Seguimos caminando. Mira, ¿eso es una escuela? Joder es un edificio inmenso. Y bonito. Y... mola, en general. Debe de ser una escuela, porque están sacando a los niños a pasear por el parque. Pasamos al lado de lo que debe de ser una facultad de psicología, o algo de eso, la cual coincide estar muy cerca del jardín botánico (que ni sabíamos que hubiera uno, aunque resulta bastante lógico si uno lo piensa).

En un arranque de inteligencia sin límites, decido que, con el calor tan serio que hace, la mejor idea es meternos al invernadero. Ahí, con dos cojones.

Supongo que el sito era bonito y molaba, no puedo saberlo porque todo el tiempo que estuvimos dentro tenía las gafas empañadas por la humedad. Parar mejorarlo, se nos ocurre que sería interesante subir a la pasarela que recorre la parte superior, donde se concentra todo el calor y toda la humedad. Mientras temo por mi vida, en mi cabeza resuena esto:


Y admito que es una buena banda sonora para el momento de tu muerte, pero de alguna manera conseguimos salir de allí sanos y salvos. Eso sí: medio ahogados.

Tras la terrible experiencia, procedemos a visitar el resto del jardín, que no se diga que hemos aprendido la lección. El lugar es bonito, pero árido, y el sol de las 13:00 no nos está ayudando nada. Nos paramos a tomar una coca-cola, nos cobran 35 coronas (Un poco menos de 5 euros) y llegamos a la conclusión de que no vamos a pedir una más en lo que nos queda de viaje por la salud de nuestro bolsillo. Una araña nos saluda desde su telaraña al lado de nuestra mesa.

El hambre comienza a apretar y tengo ganas de ir a un restaurante que recomendaban por internete. Seguimos sin tener del todo claro donde estamos, pero nos hacemos una idea de como volver que es lo que importa.

Por el camino de vuelta (algo más largo de lo que esperábamos porque hacemos un rodeo muy tonto) nos encontramos con un par de curiosidades, una de ellas bastante graciosa y la otra algo más llamativa.

Ah, ahora sí que estamos en terreno conocido, por aquí hemos pasado ya alguna vez antes. Creo que empiezo a aprenderme bien cómo moverme por esta ciudad. Gracias a que maría tiene mejor vista que yo, descubrimos que el restaurante al que queríamos ir (Soupa Natural) está en uno de los muy comunes bajos de esta ciudad, situados metro y medio bajo el suelo.

El lugar tiene un toque personal, y es obvio que ha sido ambientado a mano por quien fuera que lo montara. No hay dos mesas que coinciden y las sillas son bastante dispares también. Abunda la madera, los dibujos en las paredes y carteles con mensajes de salvar la naturaleza. Nos atiende una chica con el pelo azul (Eso no es del todo natural, pero no voy a ponerme a discutir al respecto) bastante simpática que nos permite tomar una muestra de caldo antes de decidir si queremos comerlo o no. Decimos que sí.

Mientras va sirviendo platos, vasos y esas cosas, me dedico a mirar el entorno. Ah, mira, ese es el reloj que le regalé a Raquel. Oye, ahora que me fijo en el menú... ¿ahí pone chili con chocolate? No, no, está en danés, debe de ser... sí, debe de ser otra cosa. Jaja, chili con chocolate, que ideas.

Nos sirven la comida, zumo de mango para beber y pan que hacen ellos mismos. Es como un guisado de pollo pero más caldoso y pica cosa seria, suerte que tenemos el zumo.

Cuando termino de comer, siento que un mal se está apoderando de mi cuerpo. Corro al cuarto de baño con la intención de expulsarlo de mi interior, pero su voluntad es muy fuerte y se resiste. De aquí en adelante el lector debe considerar que me mantengo todo el tiempo conteniendo (más o menos) gases.

A la salida pasamos por un par de tiendas cercanas. Una de ellas es de disfraces y tienen una colección con todas las varitas de la saga Harry Potter. Todas las putas varitas. Hasta las de personajes que uno ni recuerda que tienen varita, como los padres de Ron o cosas así. La otra es una tienda friki genérica, que siempre tengo gusto en revisar.

María, por su parte no puede evitar comprarse un rollito de canela para el postre. Está bueno, pero mi estómago no me permite comer nada más en estos momentos.

hacemos parada en boxes (léase: hotel) y volvemos a Strøget.

Sí, María, ya sé que quieres comprar regalos, pero no hay prisa. Ais, vale, mira, vamos a la tienda de Lego y la de Disney, seguro que ahí encontramos cosas chachis.

La tienda de Disney está perfectamente ambientada hasta el punto de tener un castillo rosa en la entrada lo bastante grande como para que un niño pase por dentro cómodamente (y un adulto de forma no tan cómoda). Son todo muñecos, tazas, estuches, mochilas, bolígrafos, peluches, juguetes múltiples... si eres fan de Disney, te vuelves loco aquí dentro. Y como conozco a un par de fans, saco un par de regalos para la vuelta.

La tienda de Lego no se queda atrás. Nada más entrar te reciben dos muñecos a tamaño persona y un enorme mural. Dentro, aparte de los cienes y cienes de juguetes (Que ya podrían estar más baratos), tienes varias decenas de montajes en exposición, incluyendo una réplica de algunas de las casas más fotogénicas del puerto de Nyhavn. No sacamos regalos de aquí, pero es una visita interesante.

Me duelen los pies... ay, ay, ay, ay, ay. Maldito suelo de piedras. Ay, ay, ay, ay... ¿Tú como lo llevas? Ya, eso imaginaba. Ay, ay, ay, ay.

Salimos a un espacio mucho más abierto, por donde pasa un río o canal o lo que sea que es. Está todo lleno de edificios enormes de aspecto antiguo, pero bien conservados, y bastante interesantes, cada uno en su propio estilo.

Se está haciendo tarde y los pies duelen cantidubi. ¿Volvemos? No, espera, queríamos ver el museo aquel... venga, vamos para allá. Ay, ay, ay, ay, ay. Oye, esto es más caro de lo que esperaba. Ah, que no es este, era otro, ¿y dónde está el que buscábamos? Al final de la calle, guay, total, sólo estamos en el maldito principio. Ay, ay, ay, ay, ay, ay.

Ah, ahora sí, este es. No hay forma de equivocarse, el tipo que vigila la entrada es fácil de ver. Estamos en el museo Guinnes de los récords, donde las salas están tematizadas y ambientadas en cosas como deportes, moda, gente, Harry Potter, música, etc. Hecho en falta una sala dedicada al cuerpo humano y cosas así, pero entiendo que hay niños que vienen a ver esto y no es cuestión de ponerles cara a cara con un pene de 34 centímetros.

Algunas salas incluyen distintas actividades para llevar a cabo, tales como intentar batir el récord del batería más rápido del mundo o ver qué se siente en un vehículo a 540 km/h, que no son pocos. Especialmente notable el momento en que encontramos la clásica máquina de feria para probar tu fuerza dándole un puñetazo a un puchingball.

Venga, María, dale tú por probar. No... no, así no, gira la cadera. No, no, tienes que acompañar con el peso del cuerpo. ¿Cómo has podido puntuar un 1 sobre 1000? Inténtalo otra vez. Mira, da igual, esto no es lo tuyo. Si algo saco en claro es que María en la vida será capaz de matar a alguien con sus propias manos, lo cual me consuela un poco.

Tras pasar por la sección de animales, la de vehículos y la de Michael Jackson, la visita termina con series y videojuegos. Ninguno de los récords que aparecen me parece especialmente llamativo comparados con los que había visto antes (Récord del mundo de sujetadores atados uno a otro: 54 kilómetros), pero las salas están muy bien ambientadas, y hay una PS3 para jugar un poco. No, no, Pablo, abandona el vicio, estás de turismo.

¿Volvemos al hotel? Volvemos al hotel. La ducha tiene el calentador más lento del mundo, y la presión es a duras penas suficiente para mojar a un gato, pero hacemos lo que podemos y a dormir, que aún nos queda mucho por ver.

sábado, 31 de agosto de 2013

Diario del capitán, día primero:

Suena el despertador a las 5 de la mañana y he dormido tres horas. Me quiero morir.

Pero no puedo permitirme la muerte, al menos no por el momento. Tengo un viaje por delante y estoy en la obligación moral de disfrutarlo debidamente, así que me pongo en pie y me arreglo para la ocasión. Las maletas ya están preparadas, el dinero en su sitio. ¿Lo llevamos todo, María? ¿Sí, seguro? Vale, pues vamos a ello.

Llegamos a la estación de tren en apenas diez minutos (gracias, papá), pero aún tenemos que esperar un rato hasta poder subir al tren así que me pongo a -ugh- estudiar. Sí, me llevo los libros para estudiar durante el viaje, ¿qué, eh? ¿Qué? ¿Algo que decir? Uh, eso pensaba.

El trayecto en tren se hace aburrido, incómodo y frío, esta gente no sabe diseñar asientos ni ajustar el aire acondicionado. Aburrido es porque no puedo dormir, aunque quisiera. Tres horas no pasan de largo rápidamente sin nada con lo que entretenerse y no me apetece seguir -ugh- estudiando.

Llegada a Barcelona diez minutos más tarde de lo previsto. Hola, Ana. Sí, sí, todo va muy bien. Haciendo vida, preparándome para el examen, esas cosas. Sí, espero divertirme en el viaje, si no lo esperara no iría. Charlamos de esto, aquello y lo de más allá y esperamos vernos pronto, pero ella tiene que trabajar y nosotros tenemos que coger un avión, así que nos despedimos después de un breve (pero reparador) desayuno.

Tren hasta el aeropuerto, bus hasta la otra terminal, comer, subir al avión. Oficialmente ya estamos de camino a København (Copenhague). El asiento de delante tiene escrito "recaro", menos mal que no nos cogimos ese, este nos salió razonablemente barato. Consigo dormir un rato en el avión y -ugh- estudiar otro rato, pero la última media hora la paso despierto mirando por la ventanilla. Primera lección sobre Dinamarca: a pesar de vivir al lado del mar, querían aún más agua y llenaron el paisaje a base de ríos. Además, la tierra está completamente dividida a porciones fáciles de llevar para todas las ocasiones.

La chica sentada al lado de María percibe que somos españoles y nos comenta que vive en Copenhague, así que le preguntamos algunas cosas de interés como el tamaño de la ciudad o la mejor manera de moverse de un lado para otro. Caminando va a ser.

Bajamos del avión, salimos del aeropuerto y... hm, María, ¿cogemos tren, bus o metro? Bueno, el bus tarda como el triple así que lo dejamos aparte. ¿Sólo dos paradas están dentro de la ciudad? Ah, pero el tren nos deja directamente en la estación, sí, eso tiene sentido. La máquina no acepta dinero físico así que salimos de ahí indignados y vamos directos a la parada. Vale, aquí sí se puede comprar con billetes, a 36 coronas (Un poco menos de 5 euros) cada uno. Caro, pero menos que el asiento que tenía delante en el avión.

En 20 minutos o así nos encontramos ya en la ciudad, donde somos recibidos por una legión de... bicicletas. Me imagino a la reina asomada a un balcón con el príncipe: "Hijo mío, todo lo que bañan las bicicletas es nuestro reino - ¿Y qué hay de ese sitio lleno de coches? - ¡No debes ir nunca!". Paso al lado de las bicis intentando no importunarlas y denoto que ni siquiera están atadas a ningún sito. Las tienen ahí, sueltas, salvajes y libres. Deben de estar muy bien adiestradas, en España dejas la bici suelta y en diez minutos ha huido.

Otra cosa que nos saluda es la entrada al Tivoli, uno de los parques de atracciones más antiguos del mundo, en funcionamiento. Ya nos veremos las caras él y yo, de momento hay que ir al hotel. Le digo a María que procuremos respetar los semáforos, que a saber si esta gente es como los alemanes que esas cosas las llevan a rajatabla. En el primero paso de peatones descubrimos que la gente cruza por donde quiere y cuando quiere. A la mierda el respeto al tráfico, ¡anarquía viaria! ¿Viaria es una palabra? ¿El Chrome no me la corrige, así que supongo que sí.

Llegamos al hotel, cuya calle coincide que está en obras. Dejamos las maletas y la sabiduría en la habitación y decidimos salir a dar un paseo por la misma calle del hotel.

Vaya, aquí hay mucho restaurante. Y hoteles. Jeje, mira, una sex-shop. Vaya, ahí hay otra. Y otra más. ¿Es eso un club de strip tease? Y ahí hay otro. Ese está justo enfrente de una iglesia. Peluquerías, tiendas de tatuajes, más sex-shops... ¿dónde coño nos hemos metido?

Pasamos a la calle paralela y de golpe el mundo cambia. Ahora estamos en zona 100% residencial. Cuando digo 100% debe entenderse así literalmente: no hay tiendas, no hay supermercados, no hay nada. De hecho a duras penas pasan coches y en algunos tramos parece que están prohibidos. El edificio genérico tiene como mucho cuatro platas de altura y el bajo está un metro por debajo del suelo, así que podemos cotillear los hogares del obrero danés medio.

Tras un rato dando vueltas decidimos que quizás (pero sólo quizás) sería buena idea sacar un mapa. Vaaamos a ver, estamos aquí, esto está acá... ajá, ajá. Bueno, que hemos ido en dirección contraria todo el rato.

Salimos a una avenida donde empezamos a ver algún que otro coche, pero en menos cantidad que bicis, las cuales parecen ser el sistema de transporte favorito del copenhagués (o copenhaguiano) medio. Pasamos al lado de un museo, pero como aquí los museos cierran a las 6 de la tarde, ya no está en marcha. Decidimos que se volverá en algún momento y seguimos caminando (no sin antes sacar esta foto).

Mira, ¿es eso un río? Parece un río. Venga, vamos a dar una vuelta, si a ti te encantan estas cosas. Hay un edificio curioso, suponemos que es el planetario que vimos en el mapa, pero no le prestamos mucha atención. El sol ya está bajando y cada vez el frío es más notable, lo que nos obliga a volver hacia el hotel, no sin antes comprar algo de cenar en un supermercado genérico. El dependiente resulta ser un chico español de camuflaje (es decir: rubio y alto) bastante amable.


Compramos comida ya preparada (No podemos cocinar a fin de cuentas) y de vuelta a la habitación. Comemos rápido y con ganas y nos volvemos de nuevo a callejear la ciudad, esta vez en la buena dirección. Nos vamos al centro.

Ay, la madre. ¿En qué momento hemos llegado a Las Vegas? Empezando por la entrada del Tívoli, todo lo que veo son luces y publicidad, publicidad y luces. Enormes carteles ante, bajo, contra, en, entre y sobre todos los edificios a la vista.

Tras un par de cruces llegamos al hotel más ominoso que haya visto nunca, donde imagino que fue rodada la película de Casper o algo así. A su lado un gran edificio con aspecto de ser importante por algún motivo que desconozco, a su otro lado un pequeño museo de cosas llamativas que decidimos dejar también para otro momento.

Nos adentramos en la que va a ser la calle que más veces recorreremos: Strøget. La calle peatonal de tiendas más larga de toda Europa (cosa que acabo de descubrir ahora mismo).

Mire donde mire, aquí sólo hay tiendas. Si antes en la zona residencial sólo había residencias, aquí los edificios están ocupados por completo por la tienda que haya en ellos, viéndose a menudo que la zona más alta pertenece a oficinas o semejantes. Es una calle larga y, aunque todas las tiendas están cerradas y nos encontramos a Lunes, hay mucho tránsito de peatones. El suelo es de piedras de esas que cada una está a una altura distinta, y eso nos rompe los pies lentamente, pero igualmente la recorremos de un lado a otro, maravillándonos al descubrir una tienda dedicada enteramente a Lego y otra a Disney. Entrando por un callejón vemos otra iglesia, pero esta no tiene un sex-shop justo delante de sus puertas.

Un saxofonista repentino acompañado de un restaurante iluminado por pequeñas hogueras me hacen sentir como si estuviera en París, o me haría sentir así si alguna vez hubiera ido a París.

Mientras caminamos, una torre humana disfrazada de danesa nos dice algo en su idioma natal, a lo que le respondo en el mío que no le he entendido. No quería ser descortés, me ha salido así sin darme cuenta. Seguimos andando hasta topar con una tienda dedicada casi íntegramente a Tintín. Nota mental: Lisa necesita un aparato. Además, tengo que volver aquí.

Con bastante frío nos damos la vuelta y retornamos al hotel a tomarnos un merecido descanso. Hoy sólo hemos dado algunas vueltas y tomado unas pocas fotos, pero la cosa cambiará pronto.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Recapitulando: vais a morir todos

La entrada de hoy no va a tener mucho sentido para ninguno de vosotros excepto Raquel, pero son una serie de sucesos/ideas que quiero que se conserven para la posteridad:


-Situación: en clase de inglés.
·P: A ver, la cosa es que "awesome" significa fantabuloso y, por tanto, "awe" significa...
·R: ¿Fantabuloso? ¡Entonces "awe" es Fanta!

-Con la melodía del gato lavador:
♫ Dale con clorhídrico, dale con fluorhídrico, dale con sulfúrico, dale con la sosa.
 ♪ Pero ustedes lo que quieren es: el frasco lavadooooooooor, el frasco lavadoooooor.

-Según nuestro profesor, hay una tecla muy especial en el teclado:
[F1][F2][F3][F4] [F5][F6][F7][F8] [F9][F10][F11][DEFUNCIÓN]

-Acercarse a alguien y susurrarle al oído:
·¿Nos hacemos unos frotis? Pero sin flocular...

-En inglés, hablando de un tal Ryan y su mujer, Cindy:
·P: ¿Cuál era el apellido del Ryan este?
·L: Está claro, es Ryan Air.
*Risas*
·P: ¿Entonces la mujer es Cindy Air? ♫ Love is Cindy Air ♪

-Raquel, mezclando frases:
·No puedo hacer que un alguien se enamore de otro alguien... es asqueroso, ¡Y HUELE MUY MAL!

-Con todos ustedes: Neon cat


Hace todas las cosas que hacen los gatos de neón.
Vuela por el espacio infinito.
Ilumina Las Vegas.
Es noble.
No expele arcoiris por su culo.
¡Son todo ventajas!








-Hablando sobre las prácticas:
·R: Yo en IVIA era mamporrera de plantas.
·M: ¿Y de zombies no?

-Chistes malos de Pablo, ahora también en otras personas:
·L: El que toma las comandas es el comandante, ¿no?

-Profesores que no asocian bien las ideas:
·X: ¡Pero vamos a morir de inanición!
·N: ¡Pues abrid las ventanas!

-Formas raras de ligar:
·P: Eh, nena, a mí me mide 16 +/- 3 cm. ¿Quieres arriesgarte?

-Amebas curiosas:
·Ameba tetácea.
·Ameba porcularia.

-Con la melodía del anuncio navideño (y mala pronunciación):
♫ Twelveeeeee, a casa twelveeee por Navidaaaaad ♪

-Cuando tienes las tetas grandes y una compañera pervertida:
·A: ¡Pero mira su escote! Si ahí puedes poner una tienda de campaña con piscina y mudarte a vivir. 
Hm... ¿nos montamos un camping?

-Pablo y sus asociaciones raras:
·P: Protocolo... estreptocolo, diplocolo, estafilocolo...

-Bacterias modernas:
·Instagram (+)

-Sobre el Monstruo Espaghetti Volador:
·R: Son diplococoalbóndigas flageladas catalasa (+)
·P: Es decir, comen catalanes.

-Raquel también tiene su lado ecchi:
·R: Yo es que veo gomas y pienso en trompas.

-Con la melodía de Legalización:
♫ ¡Ino-inoculación! Bacterias: de calidad y baratas. ♪
♫ ¡Ino-inoculación! Bacterias: basta de infección. ♪

-Composición orgánica:
·P: Tengo aminos, amidas, alcoholes...
·R: Sí, y cetonas.
·P: No, de eso tienes tú más.

-El terrible MODH:
·P: El agua es la moderna de los líquidos. Es la que se va al Starbucks con sus gafas de pasta.
·R: Sí, y hace fotos con el móvil para instagram... positivo. O negativo, total, como es polar...

-Raquel te explica Aladdín para tontos:
·R: En la semireacción genio-lámpara, el genio se reduce y la lámpara se oxida.

-Pablo te explica el Rey león para tontos:
·P: Lo que le pasa a Mufasa es un Scarmiento.

-La importancia de llevar algo suelto:
·P: ¿Me pones electrones para llevar? / Es que no llevo suelto, ¿tienes cadmio?

-Muy loco:
·P: Que yo estoy muy loco, que aíslo microorganismos con asa Digralsky.

-Química de los alimentos:
·P: Tomate de oro (III): Automático

-Contaminando:
·R: La contaminación abiótica es contaminación de abiones, ¿no?
·L: Entonces el aeropuerto de Castellón está descontaminado.

-Más chistes de Pablo:
·P: ¿Cuál es el hidrocarburo más sabroso? / El metiltocino.

-Invocando a Satán con enzimas:
·P: Luciferín-luciferasa, el diablo está en la casa / Luciferasa-luciferín, el diablo... ¡ya está aquí!

-Recuerdos de Mara:
·R: En esta práctica usamos plasma desfibrinado de conejo.
·P: ¿Desfibrinado? Me imagino a los médicos ahí en la mesa de operaciones: "¡Rápido, el desfibrinador! ¡Más potencia! ¡Vamos, vamos, este conejo necesita más potencia! ¡Dadle! ¡Otra vez!". Que es más o menos lo que Alejandro hace con Mara de vez en cuando.

-Situación: En clase aprendiendo sobre la tira API, la profesora anuncia que, por falta de recursos, tendremos que "imaginar" que los pocillos cambian de color:
·P: ¡Síiiii! Vamos todos al mundo de fantasía donde las tiras API cambian de color! 
♫ We're off to change the colour, the colour of the little wells ♫

-Con la melodía de "El ciclo sin fin":
♫ Es un ciclo sin fiiiiiin / Que sifoona tooodooooo ♫
♫ Y aunque es un cacaooooo / Lo voy a emborrachaaaaaaaAAAAAAR ♫
♫ Con el etaanoooooool / Porque no hay hexaaanoooooo ♫
♫ En el ciiicloooooooo, el ciclo superiooooooooooor ♫

-Con la melodía de "Yo voy a ser el Rey León":
♫ Yo voy a hacer bromotimol y tú lo vas a ver ♫
♫ Pues si no le pones etanol azul no va a ser ♫

-Pablo, tras entrar en clase cantando el "bibidi babidi bu":
·P: Yo es que cuando tengo una pipeta en la mano me siento hada madrina.