Sitios donde perder el tiempo

lunes, 21 de octubre de 2013

Perdóname padre, pues he pecado.

Vengo a confesarme de muchos pecados, todos ellos ignominiosos. Sea la voluntad de Dios el perdonarme si así él lo desea:

-Perdóname padre, pues he usado cubertería, vajilla y cristalería sin saber de dónde han salido. No sabía tampoco quién las hizo, ni qué calidad tenían. Menos consciente era de qué otras piezas pudo haber creado la empresa en quienes confié mi alimentación. Admito que disfruté el servicio de sus productos, de buena gana los he usado una y otra vez, más nunca me interesé en conocer su historia ni orígenes.

-Perdóname padre, pues he cruzado puentes, y he subido escaleras y he vivido en pisos, y nunca he conocido ni conoceré a los arquitectos que han hecho eso posible para mí. No conozco su obra, así como tampoco su técnica ni su carrera en el mundo de la arquitectura.

-Perdóname padre, pues he pasado decenas de horas usando ordenadores como este que ahora mismo tengo ante mí, desconocedor de sus componentes y creadores. He tenido en mis manos ratones, teclados, cámaras y monitores, mas nunca me he preocupado en saber más sobre los ingenieros que lo han hecho posible.

-Perdóname padre, pues he escuchado canciones y no he sentido la necesidad de conocer quiénes las crearon, pensando que lo importante era disfrutar la música.

-Perdóname padre, pues he llevado piezas de ropa con el nombre de grupos a los que no he oído, o de lugares que no he visitado, o de universidades en las que no he estudiado. Siempre creí que bastaba con que el diseño satisficiera mis gustos, y la tela me protegiera del frío.

-Perdóname padre, pues he cometido y cometeré estos pecados, y nunca intentaré dejar de cometerlos.

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