Sitios donde perder el tiempo

jueves, 3 de noviembre de 2011

Llanero solitario.

Alarmado por el pitido del cierre de puertas, saltas al interior del vagón del metro. Según las normas del cartel pegado a las puertas acabas de arriesgar tu vida, pero sientes que ha valido la pena por ahorrarte entre tres y ocho minutos de espera para el próximo.


Miras a tu alrededor buscando asiento y percibes que el interior del vagón se encuentra casi vacío excepto por una mujer de edad madura sentada en el grupo de tres asientos situados exactamente a tu izquierda. Son los más cercanos, pero los evades, prefieres sentarte donde no haya nadie. ¿Por qué?


Porque podría pensar mal de ti.

Una situación común, cercana a la mayoría de los mortales de a pie, tan manida y a la vez tan representativa de un miedo tan extendido que compite con la mismísima Nictofobia, un miedo al que a mí me gusta llamar "El Bienquedismo".


Antes de profundizar, volvamos al ejemplo del metro. ¿Qué es exactamente lo que esa persona puede pensar de ti si te sientas a su lado? ¿Que le acosas? ¿Que eres peligroso? También puede darse el caso contrario, también puedes creer tú que esa persona es peligrosa, aunque aún no ha hecho nada para demostrarlo. Con este pensamiento, los asiento se llenan formando un curioso juego que consiste en buscar el asiento que te permita mantenerte fuera del alcance del resto de personas. Incluso algunos llegan a mantenerse de pie con tal de no asentar el culo demasiado cerca de un desconocido.

Inserte música de Tetris.

Esta forma de pensar de miedo hacia lo ajeno y la opinión ajena es la misma que lleva a personas como mi padre a mandarme limpiar la casa entera cuando viene el fontanero, o la que hace que no le digas a alguien lo que piensas de verdad, o la misma que hace que dos amigos se sientan incómodos durmiendo juntos, incluso la misma que hace que no quieras salir a la calle desarreglado.

Este miedo -verdadero terror en ocasiones- forma parte de nuestras vidas de una manera tan firmemente arraigada que a pocas personas se les ocurre verlo como una enfermedad (que es lo que es, como todas las fobias), algunas incluso creen que se trata de algo positivo y necesario.


Todo esto lo digo desde el punto de vista de alguien que se pasa mucho tiempo en pie en el metro y en el bus, amén de otras muchas tonterías que hago, no vaya nadie a pensarse que uno se cree superior. Que sí me lo creo, pero no por este motivo en concreto.

2 comentarios:

  1. Ya tiene un fan este blog, de verdad, me parto soberamente el culo con cada actualización. Marina ya tiene la obligación de avisarme cada vez que se actualize. O morirá entre terribles sufrimientos.
    De verdad me gusta todo, pero lo de realidad o fricción entre Pinocho y Geppeto me marcó para siempre xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

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  2. Vale, me es imposible no saber quién eres... xD
    Muchas gracias, anónima.

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Tienes una pistola en la cabeza.