Sitios donde perder el tiempo

martes, 22 de noviembre de 2011

Yo no me llamo, a mí me llaman.

Aunque pocas veces me llaman por mi nombre. Proporcionalmente debo de ser mucho más conocido por mis decenas de apodos (la mayoría creados por otras personas) que por mi nombre real. Esto no me representa ningún prblema, nunca lo ha sido. Me den el nombre que me den, mienrtas yo sepa que se refieren a mí, todo va bien. Algunas personas tienen la necesidad de poner su marca para poder recordar las cosas, ¿qué problema voy a tener yo con esto?

No debería haber ningún problema, los nombres son variables. Muchísimas personas acaban utilizando un diminutivo de su nombre completo, o sólo una parte del mismo (Sería divertido que a mi padre siempre le llamaran "Francisco de Paula Fernando Isabelo" en vez de Paco).

Y, sin embargo, parece que para el cerebro que dos cosas tengan nombres distintos implica que deben de ser distintas, aunque no lo sean. Ponerles nombre las cambia repentinamente. Una mosca a la que le pones nombre se convierte en TU mosca y es más importante que el resto, aunque ella sigue haciendo las mismas cosas que las otras moscas, de hecho no serías capaz de diferenciarla de otras.

Disculpe camarero, hay una persona en mi sopa. - Lo siento, se nos habían acabado las arañas.


Pero ese no es el único efecto que produce, pongamos que uno construye el siguiente párrafo:
-Hola, soy Pablo, el fútbol es mi pasión, no me pierdo ningún partido. El Valencia C.F. es el mejor y esto no lo puede negar nadie, por eso no me gustan los culés.

¿Qué tenemos aquí? Un aficionado al fútbol. A nadie le parecería que esto fuera algo llamativo, ni siquiera es un mensaje demasiado extremista, un comentario común, muy normal. Algo infantil, pero es irrelevante.

Ahora, vamos a cambiar las partes en negrita:
-Hola, soy Pablo, mi ciudad es mi pasión, no me pierdo ningunas fallas. Valencia es la mejor y esto no lo puede negar nadie, por eso no me gustan los catalanes.

Epa, para el carro, señor patriota. Un poco extremo eso de los catalanes, ¿no? Con la cantidad de ellos que hay, ¿cómo no te va a gustar ninguno? Pero sigue siendo una forma de pensar relativamente común y mayormente aceptada.

¡Vamos a intentarlo una vez más!
-Hola, soy Pablo, la religión es mi pasión, no me pierdo ninguna misa. Dios es el mejor y esto no lo puede negar nadie, por eso no me gustan los ateos.

¡Alerta! ¡Un religoso! ¡Sálvese quien pueda! ¡Todos al suelo, este tipo es peligroso!

Qué extraño, bien pensado... los tres mensajes dicen en realidad lo mismo, pero suscitan reacciones muy diferentes según quién los lea. ¿A que es llamativo?

4 comentarios:

  1. -Hola, soy Pablo, escribir paridas en blogs es mi pasión, no me pierdo ningún post. Los bloggeros son los mejores, y esto no lo puede negar nadie, por eso no me gustan los que no comentan mis entradas.

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  2. Y por eso tú, Anónimo, me gustas.

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  3. Eso ya lo sabía sin necesidad de postear.

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  4. Primero que digas que eres aficionado al futbol, es una blasfemia casi tan grande como que digas que te gusta... iba a decir el pala del wow, pero también te gusta... ¡Blasfemo!
    Segundo, Tienes razón con lo que dices, pero si te digo:
    -Hola, soy Vishanty, la muerte es mi pasión, no me pierdo ningun asesinato. La muerte es la mejor y esto no lo puede negar nadie, por eso no me gustan los vivos.
    Seguro que la mayoría pensarían que estoy como una regadera. Y seguramente acertarían.
    Bueno ya no se ni lo que te quería decir... supongamos que es una cosa que te haría reflexionar profundamente, y ya esta ^^

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Tienes una pistola en la cabeza.