Sitios donde perder el tiempo

sábado, 26 de noviembre de 2011

¡Falocidades!

¡Felices falos!

Porque hemos superado la fantásmica cantidad de 1086 visitantes. Sé que de ellos el 50% soy yo y el resto se reparten entre María trolleando -Desde mi cuenta porque aún no ha creado la suya propia- y Marina para comprobar si he escrito algo más, pero no importa, puedo vivir con ello.

Y qué mejor manera de celebrallo que subiendo tira nueva, allá va:

Por si alguien se lo pregunta, los colores son Nata, Lechuga, Sartén, Cerdo y Refresco.

Y eso viene siendo todo por hoy. Ayer si lo lees mañana.

martes, 22 de noviembre de 2011

Yo no me llamo, a mí me llaman.

Aunque pocas veces me llaman por mi nombre. Proporcionalmente debo de ser mucho más conocido por mis decenas de apodos (la mayoría creados por otras personas) que por mi nombre real. Esto no me representa ningún prblema, nunca lo ha sido. Me den el nombre que me den, mienrtas yo sepa que se refieren a mí, todo va bien. Algunas personas tienen la necesidad de poner su marca para poder recordar las cosas, ¿qué problema voy a tener yo con esto?

No debería haber ningún problema, los nombres son variables. Muchísimas personas acaban utilizando un diminutivo de su nombre completo, o sólo una parte del mismo (Sería divertido que a mi padre siempre le llamaran "Francisco de Paula Fernando Isabelo" en vez de Paco).

Y, sin embargo, parece que para el cerebro que dos cosas tengan nombres distintos implica que deben de ser distintas, aunque no lo sean. Ponerles nombre las cambia repentinamente. Una mosca a la que le pones nombre se convierte en TU mosca y es más importante que el resto, aunque ella sigue haciendo las mismas cosas que las otras moscas, de hecho no serías capaz de diferenciarla de otras.

Disculpe camarero, hay una persona en mi sopa. - Lo siento, se nos habían acabado las arañas.


Pero ese no es el único efecto que produce, pongamos que uno construye el siguiente párrafo:
-Hola, soy Pablo, el fútbol es mi pasión, no me pierdo ningún partido. El Valencia C.F. es el mejor y esto no lo puede negar nadie, por eso no me gustan los culés.

¿Qué tenemos aquí? Un aficionado al fútbol. A nadie le parecería que esto fuera algo llamativo, ni siquiera es un mensaje demasiado extremista, un comentario común, muy normal. Algo infantil, pero es irrelevante.

Ahora, vamos a cambiar las partes en negrita:
-Hola, soy Pablo, mi ciudad es mi pasión, no me pierdo ningunas fallas. Valencia es la mejor y esto no lo puede negar nadie, por eso no me gustan los catalanes.

Epa, para el carro, señor patriota. Un poco extremo eso de los catalanes, ¿no? Con la cantidad de ellos que hay, ¿cómo no te va a gustar ninguno? Pero sigue siendo una forma de pensar relativamente común y mayormente aceptada.

¡Vamos a intentarlo una vez más!
-Hola, soy Pablo, la religión es mi pasión, no me pierdo ninguna misa. Dios es el mejor y esto no lo puede negar nadie, por eso no me gustan los ateos.

¡Alerta! ¡Un religoso! ¡Sálvese quien pueda! ¡Todos al suelo, este tipo es peligroso!

Qué extraño, bien pensado... los tres mensajes dicen en realidad lo mismo, pero suscitan reacciones muy diferentes según quién los lea. ¿A que es llamativo?

Conversaciones para no dormir.


- ...Y una tía de las prácticas estaba poniéndome nervioso, contándome una historia de que cuando era pequeña, en su pueblo casi nadie tenía "reló". Joder, que no es tan difícil pronunciarlo bien, todo el rato "el reló, el reló".
- ¿Reló? ¿Y a qué se refería?
- Al reloj, claro, ¿qué otra opción hay si no?
- ¡Ah! Pues yo había pensado en el reload de los videojuegos, ya sabes, cargar el arma...
- ¿El reload?
- Sí, he supuesto que es que en su pueblo los videojuegos van mal.
- ¿Pero cómo van a ir mal los videojuegos en un pueblo entero?
- Pues como estos que no tienen cobertura para el móvil, algo parecido.
- ¿En serio te parece razonable que una mujer mayor me cuente que de pequeña en su pueblo entero los videojuegos van mal porque no les funciona misteriosamente la función "reload"?
- ¡Pues es más lógico eso a que no tuvieran reloj!



miércoles, 16 de noviembre de 2011

La virgen del Pilar dice...

...que no quiere ser francesa. Que quiere ser capitana de la tropa aragonesa.

Ahora con ritmo.

Los lectores asíduos de este blog -Marina y yo- quizás ya hayan notado la nueva sección añadida en el margen superior. De aquí en adelante, toda nueva tira será publicada ahí además de la correspondiente entrada que contendrá mis eyaculaciones mentales (Aunque por algún motivo, todavía no han participado tetas en esto).

Y esto es sólo el principio, pronto aparecerá una tercera sección porque soy tan jodidamente ambicioso que en vez de empezar tranquilamente con un webcómic decido ir directamente a por dos. No uno, ni dos, ni tres, dos.

Con la incorporación a la plantilla de la nueva dibujanta María Reyzábal y mucho tiempo libre de mi parte, os daré aún más motivos para mandarme a la mierda, mientras yo me regodeo en mi propia enajenación.

Sin más preámbulo permitid que os presente:



Ah, además os traigo tira nueva, que eso no va a cambiar así por las buenas:


martes, 8 de noviembre de 2011

Penes que se autoinmolan.

Hablemos de sexo.


Físicamente imposiiiibleeee


Echemos una ojeada a la publicidad típica. Mírate algún que otro videojuego. Lee dos o tres libros. Hojea algunas revistas populares. Sexo, sexo, sexo. De alguna manera el mundo ha decidido que debes querer follarte a todos y a todo, incluyendo ese osito de peluche algo viejo que está guardado en el armario -Y no me extraña, qué porte, qué belleza. yo también me lo tiraría-.


Es una especie de extraña pandemia a nivel global que induce a la gente a creer que follar continuamente es lo bueno y no tener sexo está mal, cosa muy divertida teniendo en cuenta que por otro lado también se comenta que el sexo es algo íntimo y especial que hacer con la persona adecuada. Es una situación tan divinamente contradictoria que no es de extrañar que después nadie se aclare con lo que se espera de uno.


Pero, ¿de dónde surge este ansia sexual tan fuerte?


En realidad no lo llamaría ansia, más bien parece algún tipo de obligación a la que nos sometemos voluntariamente y por la cual nos guiamos para clasificar a la gente en función a la cantidad de sexo que percibe en calidad de bienes del estado- Ese no folla, es un pringao y aquella de ahí se va con cualquiera, es una zorra-.


Como paso mucho tiempo rumiando, mi mente llegó a la divertida conclusión de que esto se debe al fuerte tabú que hay alrededor de algo tan natural como puede ser el sexo, siendo así que la principal culpable de la existencia de las perversiones sexuales más extrañas y de las extrañas ideas que pululan con respecto a al sexualidad sería la religión, que es la mayor censuradora (en muchos casos) que existe.


Así que la próxima vez que os llamen pervertidos, culpad a los curas. Esos cabrones.